La nutrición de la diabetes debe ser el principio básico de todos aquellos enfermos que deseen obtener un buen control de esta enfermedad, tanto en la diabetes tipo I, o insulinodependiente, como en la tipo II.
El paciente diabético debe conocer sus necesidades nutritivas y establecer con su nutricionista las bases para un correcto control de su enfermedad, basándose en tres pilares: dieta, insulina y ejercicio físico. En función de la dosis de insulina requerida (en los casos de diabetes tipo I) y del ejercicio o actividad diaria que se ejerza -además de tener en cuenta otros aspectos como padecer otras enfermedades- la dieta será personalizada. Por otro lado, en la dieta para la diabetes se realizan 5 comidas al día, a ser posible siempre a la misma hora, con unas cantidades algo inferiores a las habituales, sin descuidar ninguno de los grupos de alimentos (hidratos de carbono, fruta, verdura, proteínas, grasas, vitaminas y minerales, y agua) y equilibrando el aporte de carbohidratos (65%), proteínas (15%) y grasas (30%). Aparte, se deben evitar los alimentos ricos en colesterol (embutidos y grasas) e intentar comer siempre alimentos frescos (nunca preparados), y controlar la presencia de cromo, zinc y sodio en la dieta. Respecto a los llamados alimentos diabéticos, a pesar de ser considerados indicados para su dieta, no es recomendable abusar de ellos ya que son productos preparados.